Anónima

Abril 30, 2021

“Yo existo y resisto como arqueóloga y madre”

Desde mi infancia sabía que quería ser arqueóloga, así que hice todo lo que estuvo en mis manos para lograrlo. El camino muchas veces no es como se planea, uno piensa que va en línea recta pero la vida se encarga de añadir  curvas, pendientes, quebradas, subidas, bajadas, etc.  Sin embargo,  a pesar de los obstáculos, uno aprende a levantarse y a perdurar. 

 

Entre esos ires y venires de la vida fuí mamá a los veinticuatro años de edad, cuando  estaba en medio de mis estudios universitarios. No es sencillo ser mamá y estudiante universitaria.  Los compañeros, al no entender tu nuevo rol, te transforman, etiquetan y te ven como “el otro,”  Se asume que tú ya no perteneces a ese grupo y ante el profesorado te tienes que convertir en un súper adulto. Esto implica que ellos esperan que tú seas más  responsable que los otros y otras en tus estudios. Pero, la nueva responsabilidad de ser madre y pareja es dura y es compleja; y esta nueva realidad la tienes que asumir como puedas.  

 

Mientras cumplía con las responsabilidades de ser estudiante y madre/ama de casa, también tenía que trabajar para solventar la universidad. Mi pareja trabajaba para solventar el hogar, por lo que, mi hijo tenía que quedarse con mi tía o mi mamá y así poder seguir con mi sueño. 

Dentro de la universidad no había una guardería o lugares seguros donde pudiera llevar a mi hijo y poder dar de lactar, extraerse la leche o cambiarle el pañal. Tenía que ir al baño público de la facultad. Muchas veces mi familia no podía cuidar a mi hijo y tenía que llevarlo en una Kunga (maleta para bebe) y asistir a clases, incluso entrar a la biblioteca. ¡Gracias al universo nunca lloró en estas áreas!  Alguna vez pregunté si la universidad tenía algún sistema de apoyo y me dijeron que había una guardería asociada a la universidad ubicada en otro lugar, pero yo en ese momento no podía costearla. 

 

Unos dos años después, tuve a mi segundo hijo, fue una sorpresa porque me enteré cerca de los cuatro meses de gestación. Fue un embarazo de riesgo, así que no me pude registrar en todas las materias. A pesar de que informé de mi situación a los profesores, ellos solo me dijeron que tenía que ser más responsable, a lo cual no supe como contestar. Sin embargo, para el siguiente semestre, tuve que calcular cuántas materias podía tomar y tratar de que las vacaciones de semana santa coincidieran con el parto – “para volver como si nada para acabar esas materias y seguir con mi rutina habitual de estudiar, correr a la casa y ser buena madre.

 

Las salidas al campo fueron un reto igual de duro para mi, ya que mis hijos tenían que quedarse en casa de nuevo con mi mamá o mi tía – a quienes les  agradezco infinitamente ya que ellas criaron y cuidaron a mis hijos con tanto amor y protección. Algunas compañeras no tuvieron o tienen esta importante ayuda familiar. Sin esta red de cooperación y apoyo familiar, yo no hubiera podido terminar mi carrera. 

 

Pasaron los años, los niños crecen,  y ellos necesitan más atención. Debido a mi deseo de ser buena madre y de estar siempre pendiente con los niños en la escuela, la universidad en mi caso tuvo que pasar a un segundo plano. Mi recorrido de pregrado se extendió más de lo previsto, 11 años. Lamentablemente, las universidades ecuatorianas aún no cuentan con áreas adecuadas para las estudiantes mujeres que son también madres. Adicionalmente, están los estereotipos sociales y a veces son tan difíciles de superarlos.

 

Como dije al inicio, mi vida fue y sigue transcurriendo por  diversos caminos, pero creo que pude pasar cada reto impuesto y hoy soy arqueóloga y madre. Sé que les dí un ejemplo de vida a mis hijos; y creo que no importa lo que les toque enfrentar a ellos van a saber resistir,  van a aprender y a continuar hasta cumplir sus sueños. También espero que esta historia sea una luz o un momento de inspiración para esas madres, mujeres y otres que se encuentren en alguna situación similar, en la que no ven el final del túnel. Siempre hay otro nuevo paisaje que apreciar.

Anónima